Así es como me sentí a finales de año, como un un vehículo que necesitaba propulsión y no contaba con el combustible suficiente para seguir avanzando, sin embargo, recordé que no soy un vehículo que soy humano y que tengo alma, la cuál, tenía las ganas de sacar adelante todo, quizá todo mi entorno se encontraba roto, un lugar derrumbado, lleno de escombros por la tempestad que había llegado, lo cuál devasto todo, menos mi espíritu.
Salir adelante de todo éso fue difícil ya que el combustible estaba agotado y no contaba con mucho animo para sobreponerme, el camino no se veía claro, el suelo lleno de hojas secas, el otoño estaba finalizando, por fortuna, mi piel podía percibir el frío que llegaba con el invierno, mi etapa favorita del año, no todo podía estar tan mal, pensé yo.
Con la llegada del invierno, como si no se tratase de una buena coincidencia, empezaron a llegar las buenas noticias, el viento del norte no sólo trajo consigo un clima que me agrada bastante, sino que llegó con una oportunidad para escapar de la tempestad, aunque ya no había combustible, y mi espíritu es persistente, parecía difícil aprovechas esa oportunidad.
Sin embargo, una vez más mi alma me empujó a seguir, a no tener miedo de lo que pudiese pasar, y sin mucho tiempo para pensarlo, respiré profundo y le dí con todo hacía adelante.
Ahora, me doy cuenta de que no se necesita combustible para avanzar, aveces sólo hace falta un poco de perseverancía y ganas, ya que las mejores oportunidades van a llegar siempre cuando estás menos preparado, por supuesto, para que las aproveches o las dejes pasar para que alguien que si tenga voluntad las pueda aprovechar, porque pretextos hay muchos y la vida jamas te va a poner un pero o te va a condicionar a algo que no quieres.
Esa es la lección de este principio de año, saber que he tomado las mejores decisiones y que aproveche las oportunidades cuando debía aprovecharlas, que no me importó el riesgo, ni lo difícil que no tuve miedo y que ahora vivo feliz y orgulloso por lo que hice.
Y la tormenta sigue, pero ahora soy yo el que navega a través de la tormenta, y no la tormenta me lleva a donde quiere, sino que yo la uso para llegar a donde voy...
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